miércoles, 25 de octubre de 2017

RELATO: CALMA EN EL OJO DE LA TORMENTA


He estado ausente un tiempo por diversas razones y entono el “mea culpa”. Estaba pensando como regresar y se me ha ocurrido compartir con vosotros/as este pequeño relato de las aventuras de Thanatos en el cuadragésimo primer milenio. Espero que os guste.

Quiero aclarar que acompañare este relato de imagenes que he encontrado googleando, la mayor parte sacadas de juegos de las compañias Games Workshop y Fantasy Flight, las cuales reflejan bastante bien algunas de las situaciones de esta historia, para aquellos de vosotros que me siguen y no terminan de saber, por ejemplo, que es un chimera, vehículo el cual esta sobre estas lineas.

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El cielo nocturno se había vuelto triste y diabólicamente bello.Reflejaba con su distante pero intensa luz violeta la magnitud del desastre acontecido. Era imposible conocer todos los datos en ese momento, pero no había que ser ningún erudito para imaginar lo inimaginable de la situación, incluso perteneciendo a una organización a la que no le temblaba la mano al ordenar la aniquilación de la vida sobre un planeta. Cadia había caído.



El saqueador lo había logrado, después de trece intentos. La resistencia había sido inútil, algunos refugiados llegaban al sector Calixis y, por los pocos informes que habían logrado llegar, la situación era preocupante. El viaje a través de la disformidad resultaba imposible y los mensajes astropaticos eran demasiado arriesgados. Esto recordaba demasiado a tiempos mas oscuros.



Thanatos observo desde lo alto de la fortaleza a los transportes chimera y las valkyria que llegaban con suministros y soldados. Era momento de prepararse para lo que estaba por llegar y debían aprovechar ahora, que la región de la Cuenca de Golgenna se había visto poco afectada por la debacle galáctica. En ese momento iba vestido con unos pantalones de faena de color rojo oxido y una camisa clara, cubierto por un abrigo tres cuartos de cuero negro, del mismo color que su mascara facial, también de piel. A Thanatos no le gustaba mostrar su rostro, cubierto en su mayor parte por implantes bionicos y cicatrices. Comenzó a descender por las escaleras del bunker principal, camino del patio y sus pesadas botas resonaban al pisar con un ritmo lento y pesado que, para alguien atento y perspicaz señalaba la seriedad de los pensamientos del inquisidor, sin embargo, al acercarse a la planta baja un pequeño jaleo le distrajo.

- ¡Te voy a destrozar, hijo de mil alimañas! ¡No huyas y da la cara, escoria!.

Los gritos provenían de la garganta de la soldado Nhum, del 27º de infantería mecanizada brontiano, adscrito recientemente al servicio de Thanatos. Al parecer, el blanco de su ira era un pequeño ratling de las tropa auxiliares del regimiento que corría tratando de despistarla. 
  
- ¡Como te pones por una bromita de nada! ¡Déjame en paz y ve a afilar tu cuchillo a otra parte!

Pensó si debía intervenir o no, al fin y al cabo un poco de distensión no vendría mal para relajar el ambiente. La dudas se disiparon al momento, en cuanto el comisario a cargo de la fortaleza, Lord Christoff Landa, apareció en escena, acompañado por su fiel guardaespaldas ogrete, conocido simplemente como “Big Bud”. El gigante de tres metros era la antítesis completa del estirado miembro de Officio prefectus. Bud llevaba unos pantalones de campaña donde podría haber pernoctado tranquilamente el soldado ratling, que era prácticamente del mismo tamaño de la bota del ogrete. Lo levanto en el aire dejandole a la altura de su rostro mientras Landa miraba con desaprobación a Nhum.. Al día siguiente las letrinas iban a estar relucientes.
  

Las tropas inquisitoriales, con sus armaduras de caparazón negras y rojas patrullaban los muros de las fortalezas, mientras servidores biomecanicos descargaban los transportes con material bélico y suministros médicos y alimenticios. Las tropas de asalto, al igual que los comisarios, habían sido criados y entrenados en la Schola progenium, una organización donde los hijos e hijas huérfanos de los mejores oficiales del Imperio del hombre recibían la mejor formación y adquirían una férrea disciplina. En contraste, los servidores no eran mas que delincuentes y herejes cuyo castigo era seguir sirviendo al imperio de la forma mas productiva posible. Lobotomizados y programados eran poco mas que autómatas dedicados a tareas sencillas. Nada se desaprovechaba.

Thanatos busco el acceso a los sótanos. Quería comprobar las zonas restringidas.

Paso de largo la puerta de acceso al arsenal y se detuvo en el umbral de la enfermería donde el Doctor Capaldi parecía estar esperándole.

- Como van los pacientes doctor?.- Preguntó, visiblemente interesado. 
- Muchos soldados se recuperaran sin problema, Inquisidor. Sus acólitos de confianza ya son otro tema. Hun aguanta bastante bien debido a sus implantes potenciadores y su excelente forma físico, pero recibió muchos golpes y disparos en nuestra pequeña incursión contra los Astartes de Lion. Esta consciente pero necesita reposo y unas reparaciones de los implantes en las cuales me ha echado una mano Didactilos. En cuanto a Marcus, no le voy a engañar, esta muy grave. Sigue en coma y, sinceramente, si sigue vivo es debido a las energías disformes que recorren su cuerpo. Podría fallecer en cualquier momento. Hun no se separa de el ni un instante. Se nota la camaradería.

La frustración y un viso de tristeza invadieron la mente de Antoine Thanatos. Marcus era su mano derecha y un prometedor acólito que podría haber tenido una brillante carrera en los Ordos. Ojala se recuperara, pero era realista.

- Tengame informado, Doctor.- Recalco el titulo de Capaldi con seriedad. Casi sonó a amenaza. 
- No se preocupe. Le informare puntualmente.- Trago saliva. El si que estaba preocupado. Thanatos no era un mal hombre, pero seguía siendo un Inquisidor implacable y, aunque escasos, sus arranques de mal genio eran memorables.

Thanatos abandono la zona de la enfermería y se interno aun mas en las profundidades de la fortaleza. El portón de acceso tenia un lector de signos biometricos a su derecha, donde Antoine situó su mano antes de poder franquearlo. Allí abajo muy pocos eran los que tenían permitido el paso, mas allá del propio inquisidor, y uno de ellos yacía en una cama, inconsciente. Las luces eran escasas y dos servocraneos sobrevolaban la lóbrega estancia principal. Ese era el almacén donde reposaban los artilugios prohibidos por sus ordo, pero que aun así, él seguía guardando y usando si era necesario. La espada demonio que había usado Marcus antes de sus graves heridas y cuya energía aun le mantenía con vida, el grimorio que utilizaba en sus impíos experimentos, el rifle que disparaba fragmentos de la propia disformidad...y gobernando el panorama lo que parecía el armazón de un gigantesco Dreadnought con su núcleo vació, repleto de sellos de protección y pergaminos de purificación. Y tras el, la ultima puerta, la residencia de su infame huésped. Y huésped en mas de un sentido , pues allí, encadenado, reposaba Faunroth,un antiguo demonio recluido en un caparazón mortal por el Inquisidor, al que utilizaba como su perro de presa particular. Se había acostumbrado demasiado a utilizarlo en los últimos años, le era muy sencillo obtener lo que quería gracias al poder del maléfico demonio. Pero no importaba, porque lo mantenía bajo control.

- Trate de avisarle...recuérdelo...- siseo la criatura sin que Thanatos siquiera se hubiese acercado a la puerta.

- Veo que sabes que estoy aquí, demonio.
- Su hedor a auto engaño traspasa cualquier muro. Vamos, reconozca la verdad de una vez y de rienda suelta a su deseos. No tiene nada de..¿malo?

Thanatos abrió esa ultima puerta y cruzo el umbral, allí se encontraba la figura semidesnuda, encadenada, arrodillada en una posición sumisa.

- Vengo a revisar tus protecciones, la situación es grave, como veo que pareces saber.
- La disformidad es mas fuerte en estos días, y me susurra noticias y promesas, es bueno distraerse cuando uno esta aburrido.
- No deberías sentir la disformidad aquí, engendro.- Dijo el inquisidor, visiblemente preocupado.- tendré que reforzar las protecciones, hice bien en venir aquí abajo.
- No, “mi señor”, no has hecho bien en bajar aquí. Te estaba esperando.

Los ojos de la criatura brillaron y proyectaron un rayo carmesí que impacto de lleno en el pecho del inquisidor, el cual apenas fue capaz de levantar una protección psíquica adecuada. De un poderoso salto hacia arriba, Faunroth rompió sus cadenas y avanzo con paso firme hacia Thanatos, que luchaba por levantarse.

- Debería haber sabido que llegaría este día, que no iba a permitir que me diera ordenes por mucho tiempo, pero no, has sido un estúpido.- Agarro el cuello de Thanatos y lo levanto en el aire.- Aunque para ser honestos, he tenido suerte. ¿Quien hubiera imaginado que ese bueno para nada de Abbadon lograría su propósito? Con las energía liberadas del ojo del terror sus protecciones cayeron, hace días de hecho, pero, hay que ser pacientes.- Lo lanzo al otro lado de la estancia, dejándolo aturdido y avanzo hacia el caparazón de Dreadnought. - Pero hay que ser agradecido. Solo por este regalo que me has hecho, podrás vivir unos minutos mas. Primero me ocupare de tus secuaces.

Faunroth penetro en el armazón de la maquina de combate mientras Thanatos seguía intentando recuperarse. Usando sus poderes para modelar la carne, como ya había hecho anteriormente al servicio de su captor, el demonio alargo su cuerpo para que conectase con la antigua maquinaria, parte de la cual fue lentamente mutando, convirtiéndose en un solo ser grotesco, hecho mitad carne, mitad metal. La criatura comenzó a subir las escaleras.

Thanatos estaba jodido, física y metafóricamente. Un Dreadnought apareciendo de repente dentro de una fortaleza podía causar una masacre antes de ser detenido, no quería pensar en lo que podría hacer con el poder de un Huésped demoníaco. Tenia que pensar rápidamente pero con frialdad. Tomó el grimorio y las armas que tenia a mano, la espada y el rifle de Marcus y subió las escaleras detrás del engendro como buenamente pudo mientras buscaba su comunicador.
Cuando Faunroth llego al piso superior tuve la gran suerte de que la primera linea de defensa era un montón de lisiados. El engendro rio a carcajadas mientras recibía disparos láser como si de una ráfaga de viento se tratara. Había que alabar la disciplina de esos soldados, que pese a estar heridos habían logrado llegar a la armería y habían resistido las ganas de huir para, quizás, tratar de proteger a sus compañeros mas graves. El demonio reservo sus energía y disparo con el caño de fusión, vaporizando al grupo de valientes estúpidos que le habían plantado cara. En ese momento apareció una nueva figura. Hun estaba plantando cara al engendro. Descalzo y con un pantalón de la enfermería, el guerrero de la subcolmena portaba un escudo de energía que había logrado coger mientras sus compañeros le cubrían. Usando toda la potencia de sus implantes empezó a caminar hacia el demonio cubriéndose con el escudo, cuyo campo de fuerza estaba soportando la descarga de energía del cañón de fusión. Al llegar a su altura, Faunroth le arranco el escudo de las manos de un solo manotazo de su enorme garra.
- Muy bien estúpido, y ahora, ¿que tienes pensado hacer?
- Esto.- Hun solto en el rostro del demonio una bolsa de granadas de fragmentación que tenia ocultas a su espalda detonandolas con el impacto. Hun cayo de espaldas, sangrando debido a las heridas de la metralla y el engendro aulló de dolor.
- ¡Maldito bastardo! ¡Te arrancare el alma por esto!.- Todavía cegado por la explosión alargo la garra para atrapar al herido acólito de Thanatos.- ¿Querías hacerme sangrar? Prueba mi sangre.- 

De la destrozada cara de Faunroth comenzó a manar un chorro de sangre ácida que se vertió directamente sobre el pecho descubierto de Hun. Apenas sintió dolor mientras su carne se descomponía en un lago de liquido entre rojizo y rosado, quedando solo un blanco esqueleto y unos mecanismos corroídos.

El engendro siguió avanzando hacia la enfermería mientras sanaba sus heridas con los poderes de la disformidad. Había estado años al servicio del inquisidor y no toleraba mas la situación. Es decir, lo de matar no le importaba, pero no toleraba las ordenes de nadie y menos de un maldito insecto que se creía un santurrón siendo un cabrón egoísta. Iba a hacerle pagar. Ya le había humillado ligeramente y había acabado con uno de sus preciados acólitos. Iba a por el segundo. Marcus estaba en coma, no había necesidad de alardear ni modo sencillo de hacerle sufrir. Simplemente le aplasto con unas de sus piernas mecánicas.

-¡No, hijo de puta! ¡Estaba indefenso! ¡Maldito cabrón disforme!- Thanatos acababa de aparecer, cojeando, usando la espada demonio como muleta, con el rifle infernal a la espalda y el grimorio en la mano. 

- ¿Y que vas a hacer ahora?. Estas herido y solo, y esas armas de poco te serviran ahora mismo. En este momento soy invencible. ¡Tu me diste esto para acabar con tus enemigos! Pero no, no puedes controlar aquello que no entiendes del todo. ¡No eres capaz de entender toda la gloria del Caos! ¡Todo el poder que..!¿Que..que haces?

Thanatos estaba concentrando mientras apuntaba con la palma de su mano izquierda hacia Faunroth. Usando toda su voluntad había logrado paralizar al monstruo.

-¿Cuanto puedes aguantar así Antoine? En cuanto bajes la guardia acabare contigo. No creo que puedas aguantar demasiado.

- Lo suficiente...

Faunroth noto a su espalda múltiples impacto y un intenso dolor. Al girarse vio varios servidores de combate, armados con cañones de fusión como con el que el estaba equipado, cañones de plasma y bolters pesados. Usando su poder demoníaco logro romper el control del Inquisidor por muy poco y cargo hacia la nueva amenaza como una fiera desbocada. Los putrefactos cuerpos de los servidores salieron despedidos y su maestro surgió entre la masa de cuerpos. Didactilos había llegado para proteger a su señor. Usando su servobrazo para apartar el peligroso cañón de fusión de la criatura dreadnought, apunto con su Hacha de energía a las piernas del engendro, consiguiendo hacerle caer e hincar rodilla. Aprovechando la trayectoria del golpe, volvió hacia arriba para rebanar el cañón de fusión de un segundo tajo del arma del Omnissiah.

- Idiota...eso es solo un juguete...mi poder...es..¡Supremo!.- Disparo otro rayo letal desde sus ojos impactando contra el tecno-sacerdote.

En ese momento, Faunroth sintió una punzada en su espalda.

- Estas acabado, Demonio.- Thanatos había logrado estocar por la espalda a la criatura, gracias al terrible poder de la espada disforme. Había traspasado todo el blindaje. Faunroth manoteaba intentando, en vano, zafarse del inquisidor que seguía aferrado a su espalda pese a los dolores.

- Idiota. En cuanto te alcance, estas muerto....date por vencido.

- No, date por muerto. Conocerás la muerte definitiva.

El plan era arriesgado, pero no podía permitir que Faunroth llegara a la planta baja. En una jugada casi suicida, había decidido sellar el acceso a esa planta, en este momento toda la fortaleza estaría en alerta, pero no podía darse el lujo de que sus experimentos salieran a la luz. Empezó un rito de exorcismo.

- ¿Un exorcismo Antoine? ¿Solo eso? Volveré idiota...volveré y acabare con tu alma. Te devorare poco a poco y..
- No es a ti a quien le estoy practicando el exorcismo. Estoy expulsando al otro demonio, al que se encuentra en la espada.

En ese momento Faunroth lo vio claro. La espada demonio estaba clavada en su espina dorsal y Thanatos había completado el exorcismo. El arma que había pertenecido al difunto Marcus estallo, liberando una poderosa energía disforme al mandar al demonio encerrado en ella de vuelta a la disformidad. Semejante poder fue suficiente para desgarra la esencia de Faunroth. El aullido de ambos demonios casi rompe los tímpanos del inquisidor y apenas pudo resistir la fuerza que manaba del armazón de la maquina demoníaca. En pocos segundos todo acabo.

- ¿Di..Didactilos?
- Si,mi señor.
-¿ Estas bien?
-Si, señor. La armadura se llevo la peor parte. Nada que no pueda reparar.
- Habrá que limpiar todo este...desastre.
- ¿Cual sera la versión oficial, mi señor?
- Una pequeña tormenta de disformidad en el interior de la fortaleza,Marcus, Hun y los demás murieron como héroes para salvarnos a todos. No es mentira, simplemente, no es toda la verdad. Quiero que el padre Karras me ayude a bendecir toda esta zona en cuanto los servidores hagan las reparaciones.
- Señor, no quiero ser atrevido, pero, ¿entiendo que se acabo el jugar con estas fuerzas?.
- Didactilos, amigo mio. Siento mucho lo que ha sucedido aquí. Hemos sufrido graves perdidas, buenos soldados y grandes amigos, pero no. Has podido comprobar el poder de estas criaturas. Simplemente, amigo mio, la próxima vez tendremos que ser mas precavidos.
Sin poder controlar su rabia, Thanatos arrojo los fragmentos de la empuñadura contra la pared. Esto no era el final, solo un nuevo principio.

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