miércoles, 20 de noviembre de 2019

CONVICCIONES: UN RELATO A CONCURSO



Hace poco fue el concurso de relatos cortos del GT de Talavera, y ya se anunciaron los ganadores en La Voz de Horus. Yo participe, peroooo no ha sido posible. Aun así, aquí os dejo mi pequeño intento.

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El incesante goteo que se producía a mi derecha evocaba en mi memoria recuerdos lejanos que, sin embargo, permanecían frescos. El final de la batalla fue el inicio de la tormenta. Lo ultimo que recuerdo de aquel ultimo instante fue el desgarrador aullido de impotencia y rabia que parecía rodearlo todo. Después, solo el silencio.

Si dijera que desperté un tiempo después solo seria un eufemismo, pues, en ese preciso instante no era capaz de darme cuenta de todo lo que había acontecido. Estuve perdido durante varios días, pero tuve la gran suerte de estar inmerso en un paisaje acogedor, repleto de recursos naturales. Pese al inconveniente de que mi equipo de combate se encontraba en malas condiciones por los sucesos que yo creía recientes seguía siendo un guerrero, entrenado desde joven en las artes de la lucha y la caza. Me decidí a mantener una cierta disciplina y me aseaba a diario, manteniendo mi pelo corto y mi barba rasurada. Había improvisado algo que me protegiera con los restos de mi armadura y dormía poco y a la intemperie, buscando alguna señal de vida humana. Honestamente, tarde bastante en encontrar lo que buscaba.

Tarde muchísimo tiempo en comprender del todo lo que había ocurrido, pero ya hacia semanas que supe que estaba muy lejos de lo que en su momento considere mi hogar. En lugar de extensos bosques el paisaje estaba compuesto de una inmensa llanura, con bajas colinas y una dispersa vegetación. La población que pude hallar eran una comunidad humilde de agricultores que, en un primer instante, se asustaron de un extraño de mis características. Mi acercamiento a ellos fue lo mas prudente posible, guardando en un primer momento mi cuchillo de combate. La comunicación fue sencilla, ya que comprobé que se relacionaban en bajo gótico. La mera idea de los viajes espaciales les resultaba extraña, aunque no desconocida, lo que me llevo a pensar que estaba, por algún capricho del destino, en un planeta muy similar a aquel en el que crecí, de naturaleza feudal, no demasiado avanzado, pero visitado regularmente quizás por algún comerciante independiente. Eran buena gente y no tardaron demasiado en acogerme en su comunidad.

Durante mucho años me abandone, parcialmente, a un estilo de vida mas sencillo. Trabajaba en los campos junto al resto de los hombres y compartí mi conocimiento con todo el pueblo. Me sorprendió descubrir que el Emperador era adorado como a un dios. No fue eso por lo que luchamos, por lo que morimos...¿cuanto me había perdido?.

Los peligros en aquel mundo eran pocos, pero no inexistentes. Mi naturaleza me empujaba a organizar a aquellos que considere dignos en una fuerza de defensa, pequeña en un principio, pero suficiente para alejar a bandidos y animales salvajes. No estuve satisfecho con ello. ¿Como podía dejar que otras gentes de ese planeta estuviera indefensas? Nunca fui un líder, no era mas que un simple guerrero, pero bien entrenado y mis hombres visitaron a todas las aldeas que se encontraban en el radio de acción de lo que empece a considerar mi fortaleza. Pocos intentaron oponerse a nuestro intento de liberarles de los peligros que les amenazaban, ninguno lo consiguió.

A los pocos años, aquel planeta era un remanso de paz, pero de una forma mucho mas organizada. Los guerreros patrullaban las llanuras montados en bestias de guerra y la violencia fue extirpada de raíz. A veces hay que combatir el fuego con fuego. Nunca me considere su señor, siempre fui un humilde siervo, pero cuando llego Atticus decidieron presentarlo ante mi. Mi suposición era acertada, había un comerciante que visitaba a menudo este mundo. Intrigado por como había cambiado el universo en mi ausencia, solicite acompañarle en sus viajes.

Atticus comandaba un navío tan personalizado que no llegue jamas a identificar su clase. Las herramientas que puso a mi disposición me permitieron reparar mi armadura y mis armas. La sensación de sentir de nuevo mi equipo en perfecto funcionamiento es totalmente indescriptible. Debido a mi fuerza y mi disciplina me convertí de forma rápida y natural en su segundo al mando, pese a la envidia de algunos oficiales veteranos, pero era la opción mas lógica, le molestase a quien le molestase. A bordo del Estilete negro, pues así se llamaba la nave, recorrimos infinidad de mundos, enfrentándonos a piratas xenos y rufianes de todo tipo. Oculte la heráldica de mi legión,suspicaz ante algunas preguntas de mi capitán y de algunos tripulantes y, de forma firme e inequívoca, advertí sobre mi rotunda negativa a hablar sobre mi pasado.

Sentí cierta repugnancia cuando Atticus comerciaba con una raza desconocida para mi pero que al parecer se habían extendido bastante por la galaxia, de cuerpos delgados y frágiles, piel de un pálido color azul y que se hacían llamar Taus. ¿Esto es lo que habían permitido mis “hermanos” y “primos” a lo largo de todo este tiempo? La vergüenza se mezclo con el asco reforzando el mi propio orgullo.

De repente todo se torció. De acuerdo, reconozco que de repente no es la expresión mas acertada. La guerra inundaba el sector en el que nos encontrábamos hacia ya un tiempo, y procurábamos evitarla en la medida de lo posible, pero no estábamos preparados para algo a tal magnitud. Absolutamente todo empezó a tambalearse a nuestro alrededor , y no solo en el interior de la nave, parecía que el espacio mismo se estuviera rompiendo. Recordé la sensación que tuve al final de la batalla anterior a la tormenta. Era una sensación similar, pero inmensamente mayor, abrumadora en todos los aspectos. La cabeza del astropata del Estilete negro exploto el primer instante, y el navegante pareció volverse loco. Tuve que rebanarle la cabeza de un golpe de revés cuando intento atacarnos. Todas las alarmas saltaron, el campo geller había caído.

Atticus, algunos de sus hombres y yo mismo nos atrincheramos en el puente de mando. No tarde en verme rodeado de entidades disformes, de colores vivos, azules y rosas. Parecía que al matar a uno se multiplicaban. En un impulso, tome la iniciativa y en un acto de piedad decidí acabar yo mismo con la vida del hombre que me había acogido como a uno de los suyos. Por su mirada dudo que entendiera mis intenciones. Cuando ya lo daba todo por perdido un extraño ser apareció ante mi. Era enorme y debajo de su túnica se ocultaba un raquítico cuerpo similar al de un ave, al igual que su cabeza. Me puse en guardia con mi espada de energía y lance la agotada pistola de plasma a un lado. Sin embargo, el enorme carroñero, solo pareció reírse mientras decía:

  • ¡ Dejadle! Ya esta muerto, pero su alma aun no se ha dado cuenta.

Luego todo quedo en silencio, de nuevo el silencio.

Estuve vagando a la deriva, en una nave muerta, durante quien sabe cuento tiempo. Estaba harto. Me estaba volviendo loco. ¿Acaso mi vida se había convertido en eso? ¿otra vez a empezar de cero?
Al menos, después de la primera tormenta tenia algo que explorar, ahora solo el esqueleto de una antigua gloria que había recorrido los cielos. Pero todo iba a terminar.

Los sensores de la nave, tanto internos como exteriores hacia meses que estaba fritos y mis conocimientos de la tecnología del mechanichum se limitaba a reparar mi equipo de combate, sin embargo el temblor que sentí era una señal de inconfundible de que alguien había asaltado este cascaron que antaño llame nave. Me puse el casco de mi servo-armadura MkIII y me dispuse a averiguar que estaba pasando. Quizás era una oportunidad de abandonar este purgatorio.

Armado con mi fiel arma de energía y una escopeta de abordaje que había pertenecido a un oficial de la tripulación, me adentre en la oscuridad con suma cautela, pensando que estaba preparado para todo, pero estaba claro que no era así. No mucho después pude verles, una cabeza mas altos que mi propia persona, y un astarte es bastante alto para el estándar humano, precisamente por su naturaleza geneticamente modificada. Sus armaduras eran muy similares en concepto a la mía, pero mas estilizadas. Su casco tenia una placa facial en forma de calavera y avanzaban portando armamento que, pese a ser ligero, era de mayor calibre que el mio. Pero lo que mas me sorprendio fue que, sobre un color verde oscuro desconocido para mi, se encontraba el símbolo de mi antigua legión. No entendía que estaba pasando, pero mi instinto me empujo a retirarme de forma discreta. De todos modos, estos monstruos tenían algo de astartes y terminaron localizandome. La escopeta resulto inútil a larga distancia y a duras penas evite sus disparos de respuesta. La armadura me protegió de algunos, pero estaba claro que tampoco podía ponerme a campo abierto, y mucho menos en inferioridad numérica. Cuando pensé que había acabado con la vida de uno de ellos atravesándole el pecho con mi espada, no se muy bien como, volvió a ponerse en pie, lo que me obligo a retirar mi espada de nuevo y, sin jugármela de nuevo, atravesar su cabeza de otra estocada. Finalmente, entre los cuatro restantes lograron reducirme y me dejaron sin sentido.

En poco años era la tercera vez que despertaba sin saber donde me encontraba pero esta vez todo me resultaba mas familiar.

  • Bien, veo que estas despierto.

La figura que se encontraba delante de mi tenia el mismo tamaño que aquellas aberraciones. Portaba una gran maza, una armadura similar a la de los otros guerreros, pero mas voluminosa, pero se encontraba cubierta por una larga túnica. Su casco, similar, pero que estaba esculpido en forma de calavera en su totalidad, y no solo la placa facial, también estaba cubierto, en este caso por la capucha de su túnica.

  • ¿Quien eres? ¿Donde estoy?
  • Mi nombre ahora no importa. Donde estas es algo que si puede interesarte.- Dijo con una rabia contenida de forma muy calculada.- Estas en casa.
  • ¿Caliban? ¿Estoy en Caliban?

La pregunta hizo que de su maza brotaran unas cuchillas, las cuales no dudo en clavarme en el costado. Fue en ese instante cuando fui consciente de que estaba atado y desnudo.

  • Los de tu clase no tienen derecho a pronunciar ese nombre, ni alguno que otro que, siendo honesto,te atrevas a decir en algún momento, “Hermano” Gadreel.

La palabra hermano salio de su boca envuelta en bilis, aunque ahora que empezaba a entender de que iba todo esto, al menos supe el porque.

  • ¿Como sabes quien soy?
  • Guardamos un minucioso registro de todos los traidores al León.
  • ¡Fue el León quien nos traiciono, abandonándonos en Caliban como a perros!

Las cuchillas volvieron a clavarse en mi carne, esta vez con mas saña.

  • Parece que aprendes lentamente, pero no te preocupes, no hay ninguna prisa. Mi tarea aquí es salvar tu alma, no tu cuerpo, el cual ya esta corrompido por la tormenta que trago nuestro hogar.

Descubrí que era por eso que se enfadaba tanto al oír el nombre de nuestro planeta, pero eso dejaba varios misterios para mi, pero podía esperar. En ese momento mi alma rebelde solo quería provocarle.

- ¿Hablas de corrupción, monstruo inhumano? ¿Igual que habéis corrompido vuestros cuerpos? ¿Que ha sido de la obra del Emperador? ¿Como habéis hecho para pervertir así su creación?

Volvio a herirme. “Emperador” era otra de esas palabras tabú.

  • No tengo porque contestarte, traidor, soy yo quien hace las preguntas. Ten por seguro que de una forma u otra lograre redimirte.

Dicho esto, abandono la estancia por una puerta que pude apreciar al fondo y que se cerro a su espalda. Ha vuelto en varias ocasiones. Últimamente me cuesta mas mantenerme consciente. Trata de convencerme que fue Luther quien traiciono al León. Yo estuve allí entonces, yo estoy aquí ahora. La primera legión dejo atrás a parte de sus hermanos. La primera legión a corrompido sus cuerpos por ganar fuerza y resistencia. La primera legión tortura a sus propios hermanos solo para aliviar su culpa. ¿Y pretenden que me arrepienta?. Jamas.