EL DIOGENES DE LOS LIBROS

Lo admito. Tengo un problema. Acumulo libros. Muchos, toneladas de ellos. ¿Pero qué queréis que os diga? Veo un libro, y como si de una mujer hermosa se tratara, me enamoro perdidamente. Esas historias me atrapan y me envuelven pero luego, por la jodida vida real, no saco tiempo para todo.

Y leo. Y mucho además. Pero, como si me apeteciese charlar con un viejo amigo, en ocasiones recupero libros que ya terminé hace tiempo. Me apetece volver a saber de la vida de esos personajes que me dejaron sin poder conciliar el sueño. Necesito rememorar sus pequeñas anécdotas y sus grandes aventuras. Necesito volverlos a ver.

No nos engañemos. Adoro comenzar una nueva historia y sumergirme en ella. Quien no lee no nos entiende, no sabe hasta qué punto podemos profundizar en las vivencias de los personajes de una historia escrita. ¿Realidad virtual? Nada comparable a unos párrafos bien escritos de una historia bien narrada. Leer, amigos míos, es soñar despierto.

Lo necesito como un toxicómano necesita la heroína. De hecho, hay héroes, heroínas y villanos. Grandes aventuras, romances, giros de la trama, traiciones, desengaños, sueños. Se que quizás uso argumentos muy trillados, pero es que se ha escrito todo sobre los libros y a la vez no es nada comparado con lo que un lector vive, siente, ante sus historias favoritas.

Lo sé. Están las películas y las series. Y son apasionantes no lo niego pero, y me vais a perdonar, es como un polvo de cinco minutos o una noche de sexo salvaje, no es lo mismo. Puede parecer un argumento pobre, pero al final, el libro lo saboreas más, lo haces más tuyo, lo conviertes en parte de ti, ya que en tu imaginación tu eres el director de casting, el encargado de la fotografía, el montador...montas la historia a tu gusto.

No me quiero alargar más. Si sois lectores, pese a estar explicándome fatal, me vais a entender, estoy seguro de ello. Si no sois lectores, probad, no os hará daño. Buenas noches.