Hace poco fue el concurso de relatos cortos del GT de Talavera, y ya se anunciaron los ganadores en
La Voz de Horus. Yo participe, peroooo no ha sido posible. Aun así, aquí os dejo mi pequeño intento.
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El incesante goteo que se producía a
mi derecha evocaba en mi memoria recuerdos lejanos que, sin embargo,
permanecían frescos. El final de la batalla fue el inicio de la
tormenta. Lo ultimo que recuerdo de aquel ultimo instante fue el
desgarrador aullido de impotencia y rabia que parecía rodearlo todo.
Después, solo el silencio.
Si dijera que desperté un tiempo
después solo seria un eufemismo, pues, en ese preciso instante no
era capaz de darme cuenta de todo lo que había acontecido. Estuve
perdido durante varios días, pero tuve la gran suerte de estar
inmerso en un paisaje acogedor, repleto de recursos naturales. Pese
al inconveniente de que mi equipo de combate se encontraba en malas
condiciones por los sucesos que yo creía recientes seguía siendo un
guerrero, entrenado desde joven en las artes de la lucha y la caza.
Me decidí a mantener una cierta disciplina y me aseaba a diario,
manteniendo mi pelo corto y mi barba rasurada. Había improvisado
algo que me protegiera con los restos de mi armadura y dormía poco y
a la intemperie, buscando alguna señal de vida humana. Honestamente,
tarde bastante en encontrar lo que buscaba.
Tarde muchísimo tiempo en comprender
del todo lo que había ocurrido, pero ya hacia semanas que supe que
estaba muy lejos de lo que en su momento considere mi hogar. En lugar
de extensos bosques el paisaje estaba compuesto de una inmensa
llanura, con bajas colinas y una dispersa vegetación. La población
que pude hallar eran una comunidad humilde de agricultores que, en un
primer instante, se asustaron de un extraño de mis características.
Mi acercamiento a ellos fue lo mas prudente posible, guardando en un
primer momento mi cuchillo de combate. La comunicación fue sencilla,
ya que comprobé que se relacionaban en bajo gótico. La mera idea de
los viajes espaciales les resultaba extraña, aunque no desconocida,
lo que me llevo a pensar que estaba, por algún capricho del destino,
en un planeta muy similar a aquel en el que crecí, de naturaleza
feudal, no demasiado avanzado, pero visitado regularmente quizás por
algún comerciante independiente. Eran buena gente y no tardaron
demasiado en acogerme en su comunidad.
Durante mucho años me abandone,
parcialmente, a un estilo de vida mas sencillo. Trabajaba en los
campos junto al resto de los hombres y compartí mi conocimiento con
todo el pueblo. Me sorprendió descubrir que el Emperador era adorado
como a un dios. No fue eso por lo que luchamos, por lo que
morimos...¿cuanto me había perdido?.
Los peligros en aquel mundo eran pocos,
pero no inexistentes. Mi naturaleza me empujaba a organizar a
aquellos que considere dignos en una fuerza de defensa, pequeña en
un principio, pero suficiente para alejar a bandidos y animales
salvajes. No estuve satisfecho con ello. ¿Como podía dejar que
otras gentes de ese planeta estuviera indefensas? Nunca fui un líder,
no era mas que un simple guerrero, pero bien entrenado y mis hombres
visitaron a todas las aldeas que se encontraban en el radio de acción
de lo que empece a considerar mi fortaleza. Pocos intentaron oponerse
a nuestro intento de liberarles de los peligros que les amenazaban,
ninguno lo consiguió.
A los pocos años, aquel planeta era un
remanso de paz, pero de una forma mucho mas organizada. Los guerreros
patrullaban las llanuras montados en bestias de guerra y la violencia
fue extirpada de raíz. A veces hay que combatir el fuego con fuego.
Nunca me considere su señor, siempre fui un humilde siervo, pero
cuando llego Atticus decidieron presentarlo ante mi. Mi suposición
era acertada, había un comerciante que visitaba a menudo este mundo.
Intrigado por como había cambiado el universo en mi ausencia,
solicite acompañarle en sus viajes.
Atticus comandaba un navío tan
personalizado que no llegue jamas a identificar su clase. Las
herramientas que puso a mi disposición me permitieron reparar mi
armadura y mis armas. La sensación de sentir de nuevo mi equipo en
perfecto funcionamiento es totalmente indescriptible. Debido a mi
fuerza y mi disciplina me convertí de forma rápida y natural en su
segundo al mando, pese a la envidia de algunos oficiales veteranos,
pero era la opción mas lógica, le molestase a quien le molestase. A
bordo del Estilete negro, pues
así se llamaba la nave, recorrimos infinidad de mundos,
enfrentándonos a piratas xenos y rufianes de todo tipo. Oculte la
heráldica de mi legión,suspicaz ante algunas preguntas de mi
capitán y de algunos tripulantes y, de forma firme e inequívoca,
advertí sobre mi rotunda negativa a hablar sobre mi pasado.
Sentí cierta
repugnancia cuando Atticus comerciaba con una raza desconocida para
mi pero que al parecer se habían extendido bastante por la galaxia,
de cuerpos delgados y frágiles, piel de un pálido color azul y que
se hacían llamar Taus. ¿Esto es lo que habían permitido mis
“hermanos” y “primos” a lo largo de todo este tiempo? La
vergüenza se mezclo con el asco reforzando el mi propio orgullo.
De
repente todo se torció. De acuerdo, reconozco que de repente no es
la expresión mas acertada. La guerra inundaba el sector en el que
nos encontrábamos hacia ya un tiempo, y procurábamos evitarla en la
medida de lo posible, pero no estábamos preparados para algo a tal
magnitud. Absolutamente todo empezó a tambalearse a nuestro
alrededor , y no solo en el interior de la nave, parecía que el
espacio mismo se estuviera rompiendo. Recordé la sensación que tuve
al final de la batalla anterior a la tormenta. Era una sensación
similar, pero inmensamente mayor, abrumadora en todos los aspectos.
La cabeza del astropata del Estilete negro exploto
el primer instante, y el navegante pareció volverse loco. Tuve que
rebanarle la cabeza de un golpe de revés cuando intento atacarnos.
Todas las alarmas saltaron, el campo geller había caído.
Atticus, algunos de
sus hombres y yo mismo nos atrincheramos en el puente de mando. No
tarde en verme rodeado de entidades disformes, de colores vivos,
azules y rosas. Parecía que al matar a uno se multiplicaban. En un
impulso, tome la iniciativa y en un acto de piedad decidí acabar yo
mismo con la vida del hombre que me había acogido como a uno de los
suyos. Por su mirada dudo que entendiera mis intenciones. Cuando ya
lo daba todo por perdido un extraño ser apareció ante mi. Era
enorme y debajo de su túnica se ocultaba un raquítico cuerpo
similar al de un ave, al igual que su cabeza. Me puse en guardia con
mi espada de energía y lance la agotada pistola de plasma a un lado.
Sin embargo, el enorme carroñero, solo pareció reírse mientras
decía:
Luego todo quedo en
silencio, de nuevo el silencio.
Estuve vagando a la
deriva, en una nave muerta, durante quien sabe cuento tiempo. Estaba
harto. Me estaba volviendo loco. ¿Acaso mi vida se había convertido
en eso? ¿otra vez a empezar de cero?
Al menos, después
de la primera tormenta tenia algo que explorar, ahora solo el
esqueleto de una antigua gloria que había recorrido los cielos. Pero
todo iba a terminar.
Los sensores de la
nave, tanto internos como exteriores hacia meses que estaba fritos y
mis conocimientos de la tecnología del mechanichum se limitaba a
reparar mi equipo de combate, sin embargo el temblor que sentí era
una señal de inconfundible de que alguien había asaltado este
cascaron que antaño llame nave. Me puse el casco de mi
servo-armadura MkIII y me dispuse a averiguar que estaba pasando.
Quizás era una oportunidad de abandonar este purgatorio.
Armado
con mi fiel arma de energía y una escopeta de abordaje que había
pertenecido a un oficial de la tripulación, me adentre en la
oscuridad con suma cautela, pensando que estaba preparado para todo,
pero estaba claro que no era así. No mucho después pude verles, una
cabeza mas altos que mi propia persona, y un astarte es bastante alto
para el estándar humano, precisamente por su naturaleza
geneticamente modificada. Sus armaduras eran muy similares en
concepto a la mía, pero mas estilizadas. Su casco tenia una placa
facial en forma de calavera y avanzaban portando armamento que, pese
a ser ligero, era de mayor calibre que el mio. Pero lo que mas me
sorprendio fue que, sobre un color verde oscuro desconocido para mi,
se encontraba el símbolo de mi antigua legión. No entendía que
estaba pasando, pero mi instinto me empujo a retirarme de forma
discreta. De todos modos, estos monstruos tenían algo de astartes y
terminaron localizandome. La escopeta resulto inútil a larga
distancia y a duras penas evite sus disparos de respuesta. La
armadura me protegió de algunos, pero estaba claro que tampoco podía
ponerme a campo abierto, y mucho menos en inferioridad numérica.
Cuando pensé que había acabado con la vida de uno de ellos
atravesándole el pecho con mi espada, no se muy bien como, volvió a
ponerse en pie, lo que me obligo a retirar mi espada de nuevo y, sin
jugármela de nuevo, atravesar su cabeza de otra estocada.
Finalmente, entre los cuatro restantes lograron reducirme y me
dejaron sin sentido.
En poco años era
la tercera vez que despertaba sin saber donde me encontraba pero esta
vez todo me resultaba mas familiar.
La figura que se
encontraba delante de mi tenia el mismo tamaño que aquellas
aberraciones. Portaba una gran maza, una armadura similar a la de los
otros guerreros, pero mas voluminosa, pero se encontraba cubierta por
una larga túnica. Su casco, similar, pero que estaba esculpido en
forma de calavera en su totalidad, y no solo la placa facial, también
estaba cubierto, en este caso por la capucha de su túnica.
¿Quien eres?
¿Donde estoy?
Mi nombre
ahora no importa. Donde estas es algo que si puede interesarte.-
Dijo con una rabia contenida de forma muy calculada.- Estas en casa.
¿Caliban?
¿Estoy en Caliban?
La pregunta hizo
que de su maza brotaran unas cuchillas, las cuales no dudo en
clavarme en el costado. Fue en ese instante cuando fui consciente de
que estaba atado y desnudo.
Los de tu
clase no tienen derecho a pronunciar ese nombre, ni alguno que otro
que, siendo honesto,te atrevas a decir en algún momento, “Hermano”
Gadreel.
La palabra hermano
salio de su boca envuelta en bilis, aunque ahora que empezaba a
entender de que iba todo esto, al menos supe el porque.
¿Como sabes
quien soy?
Guardamos un
minucioso registro de todos los traidores al León.
¡Fue el León
quien nos traiciono, abandonándonos en Caliban como a perros!
Las cuchillas
volvieron a clavarse en mi carne, esta vez con mas saña.
Parece que
aprendes lentamente, pero no te preocupes, no hay ninguna prisa. Mi
tarea aquí es salvar tu alma, no tu cuerpo, el cual ya esta
corrompido por la tormenta que trago nuestro hogar.
Descubrí que era
por eso que se enfadaba tanto al oír el nombre de nuestro planeta,
pero eso dejaba varios misterios para mi, pero podía esperar. En ese
momento mi alma rebelde solo quería provocarle.
- ¿Hablas de
corrupción, monstruo inhumano? ¿Igual que habéis corrompido
vuestros cuerpos? ¿Que ha sido de la obra del Emperador? ¿Como
habéis hecho para pervertir así su creación?
Volvio a herirme.
“Emperador” era otra de esas palabras tabú.
Dicho esto,
abandono la estancia por una puerta que pude apreciar al fondo y que
se cerro a su espalda. Ha vuelto en varias ocasiones. Últimamente
me cuesta mas mantenerme consciente. Trata de convencerme que fue
Luther quien traiciono al León. Yo estuve allí entonces, yo estoy
aquí ahora. La primera legión dejo atrás a parte de sus hermanos.
La primera legión a corrompido sus cuerpos por ganar fuerza y
resistencia. La primera legión tortura a sus propios hermanos solo
para aliviar su culpa. ¿Y pretenden que me arrepienta?. Jamas.